Deseaba que todo aquello simplemente fuese un mal sueño del que podría despertar y nada de eso hubiese pasado realmente, pero no podía ser así…
Estaba en el fondo de un pozo en el que no veía la luz y me sangraban las manos de intentar trepar sus paredes desde hacía ya mucho tiempo. Demasiadas cicatrices que nunca pudieron curarse…
El tiempo empezaba a pasar, todo comenzaba a enfriarse y mis ojos dejaron de llorar. Cada minuto que pasaba era un paso hacia el olvido de todo aquello que me destrozó por dentro.
Empezaba a darme cuenta que realmente nunca mereció la pena aquello, que fue una gran pérdida de tiempo en mi vida: tiempo que desperdicié al lado de alguien que no me trató bien, alguien que nunca mereció la pena, tiempo que no fui feliz. Pero a pesar de empezar a ver las cosas de otra forma yo seguía y me sentía sola y aun mi mundo se tambaleaba a mi alrededor.
Perdí a gente por el camino en esta dura batalla de la vida y no paraban de rondar mi cabeza tantos y tantos consejos que algunas personas me dieron en su día, a las que no hice caso. De nada servía martirizarme por aquello, pero era difícil no hacerlo. Había tenido una gran venda en los ojos.
Como todo el mundo sabe, un verdadero amigo es el que en los peores momentos está ahí y no te abandona. Bien, fue otra gran sorpresa que me dió la vida, que sinceramente no esperaba, pero al menos esta no era mala: esas personas que en su día perdí volvieron y dispuestas a ayudarme.
El camino ahora pintaba de otra forma, era una gran bocanada de aire que me ayudaba a seguir luchando por mi felicidad, eso que se me había olvidado cómo era. Aun asi mi cabeza seguía sin poder creer aun que todo aquello realmente me había sucedido y todo seguía siendo un gran Kaos. Necesitaba mucho más tiempo para recuperarse de esa gran puñalada de la vida.
«Se abrió un claro entre las nubes, hemos vuelto a ver el sol, como dos presos comunes en el tejado de una prisión» Extremoduro.